Archivo 1996
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Un reconocimiento aéreo y posterior visita al cráter en enero de 1996, permitió confirmar nuevamente la existencia de actividad magmática, consistente en explosiones estrombolianas moderadas y fuentes convectivas de lava. En esta oportunidad se midió la temperatura de dos fumarolas temperadas (principalmente compuestas de vapor de agua) ubicadas en la orilla S del interior del cráter. Las mediciones permitieron establecer 58 y 60° C respectivamente.
Figura 1. 15 de Enero de 1996. Vista aérea desde el sudoeste muestra la cima carente de nieve y hielo. Una comparación con una imagen de marzo de 1985 deja de manifiesto la magnitud de los cambios morfológicos ocurridos en el período 1985 - 1996. El orificio intercrateral ha ido perdiendo paulatinamente gran parte de sus paredes internas inestables mediante desprendimientos sucesivos.
Foto © Werner Keller U. (POVI)
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Figura 2. 17 de Enero de 1996. La imagen permite apreciar la profundidad de la actividad magmática con respecto al borde superior del cráter. La diferencia de altura abarca unos 70 m. La laguna de lava activa, de unos 8 x 3 metros,  se encuentra rodeada de abundante material escoriáceo.
Foto © Werner Keller U. (POVI)
Durante enero y principios de febrero de 1996, la actividad magmática estuvo acompañada de un lento y paulatino ascenso de nivel. Al contrario, a mediados de febrero, la columna ígnea registró un descenso significativo y la actividad  asociada se redujo solamente a corrientes convectivas.
Figura 4. Febrero de 1996. Una plataforma de lava basáltica solidificada se sostiene sobre una cavidad de unos 40 metros de diámetro, debajo de la cual se aprecia la lava en movimiento persistente. Los gases son comprimidos a través del orificio central.
Foto © Víctor Sepúlveda
El 7 de septiembre de 1996 aumentó la sismicidad sobre los indices normales.

El 11 de septiembre de 1996, un grupo de andinistas describe la actividad en el cráter como abundante emanación fumarólica, principalmente compuesta de vapor de agua. La intensidad de la emanación impidió observar el fondo del cráter. Sin embargo, la falta de sonidos y ausencia de calor indican muy bájos índices de actividad.

El 14 de septiembre de 1996 se generaron 4 emisiones rítmicas de ceniza y gases, cubriendo los flancos en una extención de 60.000 m² con material fragmentado (SEAN, Vol. 21, n. 8). Un grupo de turistas que se encontraba próximo a alcanzar la cima fue sorprendido por este episodio. El guía de montaña C. Marticorena describió el primer episodio como una emisión de cenizas y gases no explosiva. No detectó  movimientos sísmicos y tampoco observó material incandescente en la pluma. Numerosos guías de montaña de la zona asociaron la serie de emisiones con el colapso de parte de la pared interna sudeste del cráter.
Figura 5. 14 de Septiembre de 1996.     La primera de 4 emisiones. La ausencia de volutas, típicas en las emisiones de cenizas y gases impulsadas convectivamente por el calor, indican que la pluma en la imagen se compone de polvo proveniente de colapsos en el interior del cráter y no de una emisión explosiva de cenizas y gases.
Foto © Claudio Marticorena.
Figura 3. 17 de Enero de 1996. Detalle de la actividad estromboliana en el fondo del cráter. fotografiado con un lente de 200 mm. Destacan fuentes convectivas de lava y eyección balística de piroclastos.
Foto © Werner Keller U. (POVI)